Una vez sin piedad cerré la puerta
al amor que se compra con dinero,
a ese amor que jamás será sincero,
y desde entonces mi alma quedó muerta.
Pero cuando el otoño se posó en mi huerta,
un buen día en que agonizaba junio,
por un raro sortilegio de aquel plenilunio
llegaste tú con tu mirada incierta.
Preguntabas de dónde te conocía tanto,
nos citamos para una noche de confesiones,
y por esas rarezas que traen las confusiones
me dejaste extasiado con tu encanto.
Y lo que empezó como un fugaz encuentro
ee convirtió en un vicio cada noche,
en ellas hacemos del amor derroche
pues te metiste en mi alma muy adentro.
Hoy no me queda nada del pasado
pues lo enterré cuando tú a mí llegaste,
desde que tú a mí te entregaste
por siempre te amaré, te amo y te he amado.
29/03/2011