Mi árbol se estremece
y se abraza a los vientos,
desnudo de sus hojas
-vestidos del pasado-.
Con los brazos abiertos,
de yemas coronados,
se abraza a la esperanza
de arrugas esculpida,
labor que con paciencia
ha labrado en su tronco.
Y sueña con los sueños
de lagos escondidos,
de ríos más profundos,
de estanques más floridos,
con nenúfares de cielo,
que adornen la nostalgia.
Y se aplaude sin manos
con sus ramas desnudas,
que acarician la brisa.
Sólo espera el momento
de que en la noche azul
una estrella fugaz
le regalará un beso,
que guardará en su copa,
donde duerme sus sueños.