Historia de un alumno repitiente
El primer día de clases había llegado, y el profesor comenzó su cátedra luego de presentarse a sus nuevos alumnos, no sin antes haber presentado a todos ellos a Ramón, el alumno repitiente, quién el año anterior no había podido aprobar su materia.
Muy serio y dedicado, el profesor explicó paso a paso la unidad número uno de su asignatura, y luego de dar un ejemplo a modo ilustrativo hizo una pausa silenciosa, se sentó en la silla frente a su escritorio y se dirigió a sus alumnos:
¿Qué han aprendido de esta clase?
Todos los alumnos se miraban con cara de complacencia y asentían con la cabeza en señal de aprobación de la magistral ponencia hecha por el profesor. Todos a excepción de Ramón, que miraba con cierto desgano, se alegraron de la clase.
¿Ramón que has aprendido hoy? Preguntó le profesor al verlo tan distraído
Nada, nada profesor, respondió Ramón mirando al profesor con mirada desafiante.
¿Cómo que nada? ¿No has prestado atención acaso?
No aprendí nada profesor porque lo que dijo ya lo sabía, usted lo explicó el año pasado, hasta colocó el mismo ejemplo.
Ese es el problema con ustedes lo repitientes, que creen entenderlo todo y terminan no entendiendo nada.
Ah, perdón profesor, si entendí algo
¿A ver, que entendió?
Entendí que si bien es cierto que yo soy un estudiante repitiente, también es cierto que usted es un docente repetidor, porque ha repetido su clase sin cambiar puntos ni comas, y que mientras yo repita la asignatura, usted seguirá repitiendo su clase.
El profesor guardó silencio, entedió el mensaje, y desde ese día, jamás volvió a repetir que Ramón era un estudiante repitiente.
Ambos cambiaron de proceder...Ramón aprobó su materia y el profesor se preparó cadía día mejor para hacer de cada clase una nueva y distinta experiencia.
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