Se sumían como manojos de fuego
Cuando se derrite la luz
En el ocaso de las paredes
Húmedas de roció, de lágrimas.
Y se permeaban las voces
Agrestes, solitarias,
Excrecencias del pasado
Lanzadas como cristales
Se rompen vulneradas
En la dermis corroída.
Se ríe la iniquidad
Cuando se atropella la dignidad
Los látigos de la vida
Hieren como puñales
El alma y el entendimiento.
Amargura y tristeza,
Los pozos de aguas venenosas
De preguntas y maldiciones
Cobraran usureras
Con el tiempo cargado
Y el lomo gastado
Exorbitante y alcahuete
Los laudos del respirar.