Equivocación Docente
Maestra, tengo una necesidad
que es más fuerte que yo
de decirle que no es la letra “a”
sino que es la letra “o”.
Esa inusual equivocación
es menester que se corrija
para que así todo el salón
confíe en lo que usted le diga.
Disculpe usted mi atrevimiento
que quiera su clase corregir;
siento que es propicio el momento
para que usted pueda proseguir.
El alumno de pensamiento inquieto
guardó silencio al hacer su exposición
esperando la respuesta del maestro
a ver si le daba aprobación.
el silencio se hizo extenso
podría decirse que casi sepulcral;
en eso sonó el timbre del receso
y todos salieron a jugar.
Apenas empezó la clase
la maestra en un acto justo
quiso corregir aquel impase
aprovechando que estaban todos juntos
Mi alumno tiene razón:
me confundí al hacer el planteamiento
Por eso agradezco la intervención
y voy a corregir sin miramientos.
Maestros como los de este relato
parecen ser menos cada día
que asumen sus errores en el acto
con sencillez, humildad, y valentía.
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