Incluso tras lo diabólico
se encuentran las virtudes
de un arcángel hecho
a imagen y semejanza
del amor.
Valiente se siente el hombre vacío
cuando el mal se posa en sus manos
y lo utiliza para despedazar el espíritu
de un ser benévolo; mas, en poco tiempo
regresa el fuego y con fuerza retuerce
su cuello de hombre acostumbrado
a asesinar.
Basta un ademán de pestañas
angelicales para retornar al blanco
que es color de cosmos relajado.