Todos sabían sus nombres.
La escuálida era María
hija de la tortillera.
El hambriento era Juan
hijo del zapatero.
La negrita es Luisa
hermana de la maquilera.
Sus sueños compartidos:
ser adoptados por Minerva.
¡Atrevidos los pobres!
Exigieron cuadernos para escribir sus sueños
se aferraron… a la mano izquierda… de Minerva.
Fue tal su abuso
que les cambiaron sus nombres
los tildaron de delincuentes,
encapuchados y otras incongruencias.
Se aferraron con más fuerza
a las flores rojas que brotan del pecho
de la madre ansiada.
Entonces vinieron los policías
y después de darles de palo por necios
les preguntaron sus nombres.