Vienes a mí…
Alumbrando mis recuerdos,
destilando el sudor de mis manos,
cerrando las ventanas de mis ojos,
dejando en suspense mi equilibrio…
Y te acercas…
Esparciendo tibieza entre mis dedos,
Resbalándote sobre mis versos vanos,
abriéndome al sabor de los antojos,
suprimiéndome ‘el libre albedrio’…
-Traes la flor de una locura…
¡Oh, tierna amargura!
Y aunque no lo quiero, llegas;
y no queriéndolo, te acepto…
y al aceptarte ‘me abandono’;
y abandonada me perdono,
y lentamente me pierdo…
-¿Porqué vienes a mí?
¿Porqué ahora? ¡Porqué así?
Coloriendo el escenario de mis miedos,
tornando en provecho mis reclamos,
indultando la aridez de los malogros,
volviendo en carne mis delirios…
Y que delirios… mi amor, (un martirio):
‘Saudade’, ¡canción de ardor!
Alucinación, euforia; alivio… y dolor.
(Socorro Maria Lopes)