Por tener tus ojos cerca
por mirarme en tus miradas,
por sentir que son tus labios
los que me surcan el alma.
¿Qué no daría yo?
Por escribir con mis dedos
mil caricias en palabras
sobre la piel de tu cuerpo
como un poema escarlata.
¿Qué no daría yo?
Por disfrutar tu sonrisa
que se enciende con la mía,
para crear, en suspiros,
una dulce poesía.
¿Qué no daría yo?
Por pasear de tu mano,
cogidos por la cintura,
y caminar en silencio…
paso a paso… con ternura.
¿Qué no daría yo?
Por vivir este presente,
que se perpetúa así mismo,
que se enciende y se renueva
como si fuera algo mágico.
¿Qué no daría yo?