En el trono diligente de olvido
dejo mis penas colgadas
en el atril de los convenios,
escurro mi piel de recuerdos
y bebo del vino intangible de la indiferencia,
navego por mares de fantasías
mientras sanan las frescas heridas,
en tanto el tiempo desintegra el amor
me convierto en piedra sin sentidos,
en evasión impetuosa
de delirios y juicios
invoco su nombre de perla
y hacen fiesta en mi mente
las evocaciones de noches de amores
y erotismos
que jamás quedan sepultados
por mas que intento
en el mar del olvido.