Hoy solo velan sombras, a vuelta del camino,
A un trágico cadáver, con su crueldad postrera.
Vindican las campanas al duque valentino.
Anuncian a los hombres el fin de una quimera.
Así cobran los dioses el revés de un destino.
Y ahora nada tiene quien de todo dueño era.
Inmortal se diluye, quien solo era divino.
Con rencor en la sonrisa, con valor por bandera.
Invicto fue a la muerte con terminante certeza.
Y cuelga con su gloria de un barranco profundo.
Confirman veinte lanzas su vida y su fiereza.
El último vástago de aquella cruel realeza,
El último príncipe que ha templado el mundo,
Aguarda bajo tierra que vuelva esa nobleza.