Te veo desnuda a mi lado
Duermes
Como un ángel bello miro tu piel morena
Tu hermoso trasero Y mis manos vuelan
Como pluma en el viento, Se posan en tus senos
Están duros…como dos capullo de una rosa.
Te acaricio suave, muy suave. Con temor a despertarte
Tú…abres los ojos
Azules como el mar y el cielo
Tus bellos ojos azules
Me miras y me acarician con la mirada
Eso…me pone aun más…Me despiertas todos mis sentidos y mis ganas. Te deseó, tanto
Algo en mi, comienza a endurecer cada vez más duro, como el cemento
Tú sonríes y en tu sonrisa veo picardía
En mi cuerpo se despierta el deseo de hacerte el amor de nuevo…de poseerte
Te vuelves hacia mí y tus manos acarician mi pecho, después, bajas tu mano derecha y Juegas con mi pene este, está a punto de estallar,
Yo me encojo hacia tras pero tus mano llega a todos sitios, jajajaja, carcajeas, - Que dura la tienes me dices y sonríes de nuevo.
Aprietas con suavidad, yo intento zafarme pero no puedo,
Te pones boca arriba y dejas al descubierto tu sexo medio depilado con un poco de bello en el pubis, haciendo el dibujo de un corazón
Se ve tu hendidura rosada lo que provoca en mí una reacción, casi salvaje.
Me inclino hacia tu vientre y mi boca vuela a la grieta a la dulce entrada mi cabeza entre tus muslos se mueve de un lado a otro con desespero como fuera de sí.
Comienzo a lame y lame como un desesperado como un hambriento
Mi miembro esta tan duro que está al borde del dolor, tu mí amor… entre gemido y gemido,
Te vas colocando en la postura del 69, un error por tu parte, cariño, yo ya estoy al límite.
Nada más sentir el calor de tu boca de tu cálida y dulce boca noto como se estremece mi cuerpo no puedo, no puedo más.
Te susurro… - No por favor no que no respondo… pero tu mi dulce amada insististe con la felación.
¡¡¡Fatal!!! Por más que lo intente no me dejaste sacar la presa de tu boca…eso fue, fue, fue la mecha que encendió el combustible, para la explosión
Una explosión acompaño a tus gritos y jadeos
Mi lengua seguía trabajando tu clítoris y tu capuchón, haciendo que te derramaras al tiempo que mí pene descargaba todo lo que encerraba dentro de sí.
Tú también te vacías inundando mi boca con tus mieles, mientras tu cuerpo se contrae una y otra vez, hasta que tus gritos y los míos anuncian el estasis, la culminación sublime y la entrada en el parasismo.
Después el silencio.
Luego se oye el chasquido de mis besos en tu boca jadeante a un…quedamos los dos enlazados. Hemos vuelto del paraíso, de tu paraíso.
Autor Joaquín Méndez. 04/04/11
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