Aquí yace del que todos supieron
pero que nadie recuerda.
Aquí yace el cuerpo sin alma de un desalmado.
Tú extraño forastero has decidido
leer el epitafio de éste viejo sin alma,
has osado entrar en mis pensamientos
y sin siquiera conocer a éste viejo loco.
Frustrosa mi muerte,
ya que no he de descansar
hasta que termines estas líneas.
Mientras tanto mis palabras
vivirán en vosotros y os acordareis de mi,
no como lo que fui,
sino como un pobre epitafio en una vieja losa.
No dejes una rosa a éste cuerpo inerte,
mejor dásela a aquella persona que
perturba vuestros sueños.
Antes de finalizar, hazle un favor a éste viejo,
vive la vida al máximo, antes de que termines
como un epitafio más de éste pobre camposanto.
© Antonio Quesada Espinoza. Todos los derechos reservados