Cobarde vos cielo
que gritas mi nombre
con tus brillantes lunas
y nunca has permitido
que me arroparan
ante la purpurina
de tus cabellos.
Fugaz e ignífuga
rasgas mi mirada
con tus fogosos pasos
de cobardía decidida
frente la penumbra
de mi eterna espera,
y la cual nunca consigue
que cumplas mi deseo.
E incluso vos iluminas
con tu ruborizada
y pícara danza
la madrugada boreal
del invierno coronario
eternamente
refugiado en mis entrañas.
¿Y osas llamarme incomprensible?
Cielo, no te mientas
si las viejas nubes
te opacan la razón,
pues el mismo agua
que me ofreces
al instante me la robas
dejando mi alma sedienta
de una vida espectral.