Una ninfa del bosque hubo una vez,
y hasta ahora decide su historia contar,
pues así como sufrió,
no puede escapar de su inmortalidad.
Un espíritu del bosque es
desde que murió hace años cien.
Desde entonces vivió bien pero en soledad
hasta que sus amigos marcaron su final.
Supuso y siempre le dijeron
que no tendría una verdadera amistad,
y sin querer encontró su felicidad
en una existencia con efimeridad.
Éter no sabe ni supo odiar
y no se percataba de que podía amar.
Convivía siempre con otros en paz,
en armonía y aparente felicidad.
Conoció a demonios y a náyades también,
sus amigos fueron y los ayudó a triunfar,
hizo que aceptaran su real amor
y en todo momento los ayudó.
Un joven apuesto un día conoció
y así su martirio comenzó.
Contra su mundo atentaba,
la naturaleza como a nada odiaba.
Tres árboles más que a nada ella quería
y aquel joven que un día vio,
a todos sin piedad mató,
su mundo por completo destruyó.
Éter entró en completa depresión
pues lo que su mundo prohibía descubrió,
descubrió el compañerismo y la amistad;
mas todo se le arrebató sin piedad.
Muchos días, años talvés no paró de sufrir
pero aunque lo deseara no podía morir
y, un día decidió continuar bien por su amor,
continuar por aquellos a quienes
incluso después de muerte adoró.