(esperar 18 segundos de la música para leer el poema)
Con un ojo recibía tus golpes abiertos,
con el otro curaban lágrimas pobres
las marcas del deseo que era desierto
por la lacerante lanza con tu nombre.
Aunque me había quedado casi ciego
aún podía ver que seguías lastimando
el cuerpo de quien te amó sin miedo
hasta el punto de someter sus manos.
Descreída, soberbia, altanera, injusta,
se transformaron en el paseo de voces
que adornaron tu belleza ahora mustia
porque ni el sol te mira con sus luces.
Respiraba en el intento de caer rendido
a lo que resultaba interesante en tu ser
pero e l espejo me dijo era pretendido
imposible concluyendo en un maltraer.
Ni mi corazón, ni mi alma serán iguales
después de haber conocido el infierno
cuando tus besos prometieron bondades
que se hicieron rozas muertas sin sueño.
Vito Angeli