Y cierro el quehacer de la inercia tras cerrojos
Y rompo las páginas de la rutina
Renovando lo ordinario,
Mecerme distinto en lo foráneo
Que los ojos desgastan
Cuando la usanza
Aglutine los ritos de la costumbre.
Aporrear como ropas avejentadas
La morriña del día a día
Hasta ventilar el bochorno
En el sol de cada mañana.
Y si es necesario
Cobraré con osadía
Los bellos momentos ya idos
Hasta preñar a la vida
Un motivo nuevo para seguir viviendo.