Tras la frontera de la furia,
sobre el campo de los cariños rotos
se asienta el rugido que apuñaló la ternura,
deja humeando en mi garganta
la munición de ofensas,
y me vuelvo a contar caídos
como inventariando desilusión.
Tras los bastidores del teatro de decepciones
el tálamo olvida tu perfume a sur de Nilo,
las flores de tu silencio evocan tu nombre,
la falta de fuego amigo quebranta tratados;
soy la resaca dolorosa de una guerra sin sentido,
soy la sed de la semilla sin surco
y soy un cítrico zumbido,
soy la quebrada del daño colateral
por donde el amor aún rueda de muerte herido.