El calor nos invadía.
Las olas chocaban en las orillas,
El barco poco a poco se hundía,
Y el agua nos daba en las rodillas.
El sudor bajaba por nuestra frente,
Y Cansados de tanto mover la proa,
Vimos por nuestro lente,
Una luz que por el horizonte se movía.
Mi amada cansada de tanto gritar,
En el barco se retorcía de calor,
Mientras yo no paraba de caminar,
Y empujando el estribor.
Lo abracé muy fuerte y la besé,
Mientras el agua corría en silencio,
Allí sentado en una silla la tomé,
Mientras el viento se volvía más recio.
La bandera estaba levantada,
Y mi amada cerrando los ojos gritaba,
Nos estábamos naufragando en la oleada,
Y como soñando se gozaba.
Es esta gran tempestad
Nos juramos amor eternamente,
Sentimos una gran felicidad
Que nos besamos hasta la frente.
Cómo describir lo que hicimos,
Que con decirles que hasta el mar,
Los honores de los marineros,
Nos fue dada por luchar.
Por fin llegamos a la isla
Y subí a la cima de la montaña
Planté un báculo a la altura de una silla,
Rogando que dure hasta la mañana.
Besé a la montaña muy a gusto,
Pues sentía que era la salvación.
Pensamos aquí no habría un susto,
Pues aún a mil latía mi corazón.
Una vez llenos de valor,
Construimos nuestro propio barco,
Zarpamos a la orilla con calor,
Cogidos duros de un arco.
Una vez salvos en la orilla,
Nos miramos el uno al otro,
Y postrado a lado de una silla
Y con el zapato todo roto,
Díjole a mi amada un verso:
“Eres la mujer que me ha salvado,
Y la que tu amor me ha impulsado
A saborear la vida más a conciencia,
Y a tomar las cosas con paciencia.
Hoy rindo melodías a ti,
A ti mujer, que me brinda su calor,
Que se preocupa mucho de mí,
Y hoy te entrego todo mi amor"