Si tú, Bécquer, regresaras
a esta era de tecnología,
y caminaras por las agitadas calles
buscando el tesoro de la lira;
aunque la frialdad notaras
en las frentes endurecidas,
mirarías que en algunos ojos
aún hay poesía.
Si tú por la Internet navegaras
para leer a diario las noticias,
a pesar de los asesinatos
y los atentados terroristas;
aunque palabras falsas hallaras
en las hipócritas sonrisas,
escucharías que en algunos teclados
aún hay poesía.
Si tú en los hogares contemplaras
la violencia que los agita,
dejando sus manos en los cuerpos
y en las almas heridas;
aunque llantos amargos escucharas
bajo las sábanas marchitas,
sentirías que en los ojos enamorados
aún hay poesía.
¿Qué hallarías entonces, tú, Bécquer,
enamorado de la lira,
de los versos que derraman
sentimientos con algarabía?
Sé que si tú, Bécquer, caminaras
en el mundo de nuestros días,
aún podrías encontrar cadencias
y ocultas sinfonías;
dulces metáforas de ensueño
que el papel abrazaría,
para gritar con su exasperado regocijo:
¡aún hoy hay poesía!