Condenado a la locura
de esperar sin esperanza,
con la perenne añoranza,
de soñar con tu hermosura.
Por la vereda insegura,
de esta pasión que no alcanza,
para torcer la balanza
esquiva de tu ternura.
Sometido a tu belleza,
con el alma embelesada,
por jugar a todo o nada,
he perdido la cabeza;
por perseguir la promesa,
celestial de tu mirada