Sobre las olas del río,
el sol se va cabalgando,
dejando el espejo sombrío,
cuando la noche va llegando.
Una cascada de risas,
viene llegando la noche,
que comunica la brisa,
de amores y sin reproches.
La luna desde su ventana,
mira titilar los luceros,
con una sonrrisa bella y tierna,
escucha un amoroso, te quiero.
Testigo del beso tibio y puro,
que la virgen sonrrojó
su eterno enamorado,
de este muno se olvidó.
Por: Manuel Palacios.