***El Perdón***
Se nos hace tan fácil
aconsejar y de vez en vez señalar
a los demás pues es un ejercicio,
que en principio nos libera de
confrontarnos a nosotros mismos
y de empezar a rellenar esos abismos
que nos separan y aíslan de los demás.
Pretendemos amar y que nos amen,
pero como puede manifestarse
el amor a través de un corazón,
lleno de rencores y orgullos
que no son más que mascaras
donde nos ocultamos.
Vivimos en un autoengaño,
de prácticas extrañas que no
son más que artimañas a las
que llamamos perdón…
Decimos perdonar como quien
hace un favor…
Cuando en realidad solo tratamos
de tapar con un dedo el sol,
pues ocultamos nuestra verdadera
intención.
Que es la de buscar el momento
oportuno para ganar con creces
el desquite y gozarnos en la revancha.
Con devoción elevamos nuestra oración
y decimos: “Perdónanos, así como nosotros
perdonamos al que nos ofende”…
Sin darnos cuenta que ponemos la vara
de la medida con que seremos medidos.
Ya que si Dios perdonara de la forma
en que le pedimos hoy no nos
alumbraría mas el sol.
Pues como bien lo dice el viejo dicho:
El que ofende olvida y el ofendido aguarda,
convirtiéndonos en el guarda espada,
del ofensor para ver si acrecentamos
su deuda…
Pues no pocas veces cuando expresamos
“perdón” solo buscamos que el otro
baje la guardia para luego contra atacar.
Sin darnos cuenta que ese rencor
nos esclaviza y que solo perdonando
nos podemos liberar.
Sé que es tan fácil decirles a otros:
Perdona y olvida, cuando no es a
nosotros a quien nos sangra la herida.
Pero si hemos de todo corazón aprender
a perdonar…
Debemos de alzar nuestro mirar a esa cruz
y ver a Jesús que en medio de su suplicio,
al borde del precipicio…
Viendo a su madre sufrir con su último
aliento imploro y dio perdón.
Porque si algo quiso enseñarnos el Maestro,
es que la muestra más sublime del Amor
es el perdón…
Oxwell L’bu