Tal vez, por infinita sorpresa que genere
Y sin conocerte, me ha gustado todo de ti.
La manera en que ves a las gentes que te rodean
Y la manera en que danzan tus manos al hablar.
Soy feliz viéndote hacer lo que haces,
Caminar, reír, ver, soñar.
Soy feliz de sólo pensar que existes
Y que en determinado tiempo te veo.
Tú del otro lado del vidrio que nos separa
De oler tu aliento, de oler tú cabello.
Aquella lluvia de oro que me recuerda
Al dorado que buscaban los conquistadores
Y que yo gracias a Dios encontré en ti.
A veces cuando logro pasar por tu lado
Me emociono, no pienso para hablar,
Me pierdo entre tus ojos, dos espejos
De mar, dos ventanas al cielo azulado.
Hablar de ti, pensar en ti, pronunciar tu nombre
Es como si tuviera un trozo de cielo en mi boca,
Dulce e inmaculada manera
De tornar mí libertad en una actividad pensante.
Irónica la vida, siendo tu la mujer que busco
Y no tienes tiempo para hablarme y no tengo tiempo para decirte:
mucho gusto, mi nombre es este;
Te puedo invitar a salir, que hermosa estas hoy.
Cuando llega la hora de irme mi corazón me ordena
“Díselo y sal de esta incertidumbre”
Pero de nuevo estas ocupada y yo no quiero interrumpir
Esa ópera de canto, danza y música que se congrega en ti.
Tal vez algún día te lo diga, tal vez antes que todo termine,
Aunque mi miedo sea mayor,
Tomare el valor de Perseo y el sentimiento de Orfeo para decirte:
“Que hermosa estas hoy, me gusta lo que haces".