No llores, mírame a los ojos deja que seque con mi alma tus imágenes de espejos rotos. Deja que sea mi profunda llama la que lave tu triste rostro, que sean pañuelos mis palabras,
y refugio cálido mi hombro. Ven, acércate, déjame secarlas, y eliminar ese estorbo que quita luz a tu mirada. Ven, acércate, deja ese lloro que ya no tengo, mi amada, espacio para guardar el tesoro, de tus lágrimas derramadas.