Curioseando entre el baúl de las evocaciones
me encontré con las cartas de amor que me remitías,
el tiempo inclemente las sombreo de amarillo viejo,
sentí tu mano tibia mimando mis blancas sienes
y me encontré rotulando tu nombre vigente sobre una estrella,
tu figura angelical no deja de mecerse entre mis recuerdos
y descubrí que mis años han sido sólo una apuesta,
la brisa del aletear de una blanca paloma se incrusto en mi esencia
y me susurro llorosa que habías muerto.