Muchos son los latidos
que puede tener el corazón del hombre:
conciertos impregnados del orgullo,
asesinos de almas con demoliciones;
sinfonías cargas del olvido,
centradas en sus íntimas pasiones;
erupciones de ira arrebatada,
destructoras de la piel a moretones;
tsunamis de trágicas mentiras,
buscadores de gloria entre los hombres;
racimos de abrazos escondidos
que dan sus manos y almas a los pobres;
canciones de amor que se silban
en el silencio de aquellos que a Dios oyen;
poemas que dulcemente se musitan
entre dos que funden sus corazones;
sueños intensos que no se marchitan,
aunque sean heridos por otros hombres.
¿Cuáles son tus latidos, hermano mío,
ante mí, ante Dios y ante los hombres?