ENCIÉNDEME UNO
Aquel hombre en su trajinar
se entregó al vicio del tabaquismo;
el humo era parte de su respirar
y la nicotina era, su aliento mismo.
Fue desde su adolescencia
esclavo de tantas fumadas,
y fue minando su existencia,
que sin darse cuenta se escapaba.
Cada nueva absorbida
era un destello de placer
que le dio un giro a su vida
apenas comenzó a envejecer
Sus uñas amarillentas
y su casi apagada voz
protagonizan la historia cruenta
que hoy les escribo yo.
Al estar casi agonizando
con sus ojos apagados, sin brillo
imploraba y seguía rogando:
¡Enciéndanme un cigarrillo!
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SEÑOR CIGARRILLO
Eres un pillo
cruel e inoportuno,
lo sé porque fumo:
Señor cigarrillo.
Morir es sencillo
envuelto en el humo,
lo saben algunos…
Señor cigarrillo.
Si te me arrodillo
contigo me esfumo,
soy esclavo tuyo
señor cigarrillo.
Me caes como anillo
cuando a ti recurro;
lo sé y me torturo,
señor cigarrillo.
Por defenderte riño
sin arma ni escudo
perder es seguro
señor cigarrillo.
Confieso y lo digo
sin temor ninguno,
eres mi verdugo:
Señor cigarrillo.
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