¿Qué sabe el corazón de tiempo,
de razones, ni motivos?
Sólo vibra ante el sentimiento,
la añoranza del amor.
Luces titilantes, lejanas,
extasiaron el embrujo
de bellos momentos previos
a tan sublime entrega.
Se dejaron hace tiempo,
se les frustró un gran amor,
sólo quedan los recuerdos;
recuerdos de loca pasión.
En el silencio y a solas,
cuando el alma se despoja
uno, muy genuino, llora,
la otra, dolida, suspira.
¡Queda atesorado en sus recuerdos,
lo sublime de su entrega!
Annabella
13 de abril, 2011