Más tarde que el geranio de la vida,
más tarde que los grillos y sus cantos,
cuando oscurece el alma hasta el silencio,
cuando se tiñe de ausencia mis vacíos.
Más tarde que la túnica nocturna,
que los espejos glaucos del destino,
cuando los rostros velados se confunden
en la marcha azarosa de los ritos.
Más tarde que los cuerpos desvestidos,
cuando la noche anida los sentidos,
cuando no alcanza la luz para cubrirnos,
cuando las manos solícitas se hunden
en presagios y rezos inadvertidos.
Cuando la linea horizontal subyace extinta,
cuando los besos ciegos son susurros,
me llegas tú, plena y distinta.