oxwell L-bu

***La Vía Dolorosa***

***La Vía Dolorosa***

Con su sangre se va tiñendo

de rosa la vía dolorosa…

Camino con mil rutas y un

solo destino el encuentro con Dios.

 

Luego de una noche de desvelo y ayuno,

tu desayuno han sido los azotes y una

condena de muerte…

 

Como un cordero presto a ser sacrificado

sin abrir la boca va siendo oprobió  de aquellos

que hasta ayer lo proclamaban como su rey.

 

Con el rostro desfigurado va el condenado,

arrastrando el madero rumbo al matadero,

recibiendo escupitajos e insultos de desprecio.

 

¿Que habrá hecho este desalmando?

Se pregunta la gente para merecer tal suerte,

¿Sera tanto el peso de sus culpas?

Que ni abrió la boca para defenderse.

 

Su vida apenas tiene el precio de un esclavo,

al que ya nadie reconoce como amigo,

ni siquiera tiene la suerte del mendigo,

que encuentra caridad en los extraños.

 

Cae una y otra vez, más se levanta...

No por orgullo, no por estoicismo

esas son cosas que se arrojan al abismó,

cuando el corazón arde a Amor.

 

Pero el cuerpo se resiente ante el dolor,

clama por agua, clama por amor,

y desafiando a la autoridad,

desafiando el temor.

 

La Verónica  sin medir respetos humanos,

se acerca a vos para limpiar tu rostro,

para darte algún consuelo tiñendo más

que aquel pañuelo, su vida de tu presencia.

 

Sobre sus espaldas lleva todas las penas

y miserias del mundo…

Tras de él van los desahuciados, los jubilados,

los enfermos terminales, los que son desfigurados

por males crónicos que devastan su existir.  

 

Alguien afirma: Esos son los reglones torcidos de Dios,

y la Madre responde: Es que el escribe con sangre

para que queden al descubierto los verdaderos

sentimientos que guarda el corazón…

 

En medio de empujones y desprecios ella se abre paso,

para acercarse a su hijo, el encuentro es desgarrador,

Ella ve lo que va quedando de aquel bebe que nació

para ser el redentor y que apenas le permiten acariciarlo

con la mirada…

 

Lo ve caer y viene a su mente el recuerdo de las veces

que ella corrió a socorrerlo…

Pero hoy asistirlo es prohibido porque el verdugo no

conoce de misericordia hasta que llega el día en que

el mismo la implora…

 

Movido más por la prisa que por la compasión,

uno de los que lo azota obliga un transeúnte

a llevar el madero él se niega y le dice ¡Yo no quiero!

 

Y a fuerzas toma el madero siguiendo al camino al matadero,

mancha sus ropas con la sangre del condenado…

Pero al encontrarse con su mirada se enciende una llamarada

en su corazón que empieza a arder sin consumirse.

 

Llegan al cero de la calavera los buitres revolotean,

El Nazareno es despojado de su ropaje para ser sometido

a una muerte de vergüenza donde se pretende escarmentar

a todo aquel que pretenda sus pasos imitar…

 

El redentor es colgado en la cruz y de todos aquellos que

el sano, a los que alimentó ya no queda ni el recuerdo,

sus seguidores como pajarillos heridos corrieron a esconderse.

 

Y delante de aquel suplicio solo está la Madre,

que sin más recursos que los de confiar,

lo ve sufrir, lo ve agonizar…

 

El hijo clama al padre, lo siente ausente, al parecer

El también lo ve como un delincuente;

en su agonía anuncia su testamento pues a prisa

lo está consumiendo el tormento.

 

No olvida a la Madre que fiel como nadie lo ha acompañado,

del pesebre a la cruz ateniéndose a todas las consecuencias

cuando en su sí, recito: ¡Eh aquí la esclava del Señor!

 

Contemplándose uno al otro, cual si fueran cómplices

de un secreto ambos se quedan callados asumiendo

hasta las últimas consecuencias la voluntad del Padre.

 

En ese misterio infinito todo empieza otra vez…

Justo en el punto donde todo era consumado.

Oxwell L’bu