Aunque quisiera olvidarte
sigues anclado a mi vida
pues tu destino y el mío
son de esos sin salida.
Tu recuerdo, tu perfume,
tus manos y tus caricias
están prendidos a mi
como el mar a la ola viva.
Llegaste para quedarte
sin pensarlo y sin medida,
te fuiste metiendo lento
en mi alma que te ansía.
En los espacios vacíos
de esta gran melancolía
que de repente me quema
y es penar y es cobardía,
aparecen tus recuerdos
y mi pensamiento explica:
¡qué ya no estás, qué te has ido
qué no vuelves, qué me olvidas!
Y mi corazón hoy roto,
se está muriendo en vida
por no poderte besar
ni sentir tus manos tibias,
en la piel que hoy te extraña
y te anhela sin medida.
¡Vuélvome loca al perderte!,
¿Dónde estás hoy Vida Mía?
¡No me niegues por lo menos
el consuelo de que un día
aparezca tu presencia
y mitigue un poco esta herida!