Los silencios de mi vida me ahogan
y la necesidad me golpea el alma,
hay perturbación en mis ansias,
quiero un fuerte golpe a mi destino,
que el silencio escuche mis plegarias
y los azules duendes del amor salgan,
mis manos húmedas buscan un tibio cuerpo
para calmar el apetito cruel de mis días huérfanos,
en el transcurrir de mis largas noches vacantes
entre cuatro paredes frías donde se muere uno
no hay mentiras sólo son noches de angustias,
un reflejo instintivo de mirar hacia la puerta
a ver si se abre y por ella entre el amor apetecido
para calmar las pasiones almacenadas en el alma,
el paso por el camino de el apetito se ensancha,
las sombras pesadas que cargo dentro
se confunden con mi solitaria sangre y hierven mis ansias
y me quedo vacío en mi habitación
como un muñeco desechado.