Dulces y suaves mis manos descubrieron
los broches gloriosos posados en tu pecho
que visten tu alma desnuda ante mis ojos,
cuando tus dos palomillas sintieron mi afecto
Los amo, los quiero, tiernamente perfectos
tus lindas colinas que adornan tu cuerpo,
me saben a gloria y me llevan al cielo
cuándo ellos descansan dormidos en mi copa.
Los arrullo y los mimo
como dos niños pequeños
que esperan ocultos mis hondos anhelos
y a ellos me entrego un poco travieso
Esponjosos y ligeros llevan tu aroma
se calcan los botones rojos
por encima de tu ropa
despertando la avaricia de tenerlos en mi boca
Trátalos bien en mi nombre
y dales mil caricias de rosas
mientras aquí yo los espero para darles
la alabanza a tus bellas palomas.
Miguel Eduarte