Lo políticamente correcto
causa el efecto
contrario en uno,
la razón del montón me es ajena,
cuando ellos cenan
yo desayuno.
Como a veces perdemos el paso
durmiendo al raso,
creyendo en nada,
al rebaño de los bienpensantes
ciertos cantantes
le dan arcadas.
Atribula la tribu de enfrente,
tan consecuente
con su ignorancia,
tan monótona, tan desabrida,
tan mal cosida,
tan sin sustancia.
Los burócratas no se divierten,
todo lo invierten
en purgatorios,
la moción que descarta la duda
más que a autoayuda
huele a velorio.
Los atados a falsos amores
se hacen mayores
pero no crecen,
mercaderes de su propia sombra
si uno los nombra
se desvanecen.