Si Señor, si señor.
Ey, epa tu, si, quien esté leyendo esto.
Es contigo.
Hoy conocí a una bella dama,
Anda tocando las puertas de las almas
Busca sólo corazones heridos.
Ayer durmió en mi casa
Pero mañana quiere estar en otra.
Por cima de sus atributos codiciables,
Predomina su sonrisa,
Es tan hilarante que deja de ser sonrisa
Y se convierte en una carcajada.
Y te la ofrece a cambio de nada
Vino con su caja de Pandora
A dejarse ver por mí.
Fue en la madrugada,
Cuando despuntaba el alba,
Cuando me sedujo,
Despertó a la vieja herida inerte;
Aquella que se resistía a cicatrizar.
Posó su brazo cálido sobre mi hombro
Mientras dejaba en mi cuello erizado
El vaho somnoliento de siglos.
La saliva agridulce de su mórbida oferta
Recorría mis laberintos
Y caía en la poza de mi ombligo
Convertida ya en miel
Y así me ilusionó, hablándome
De sus favores.
Me dijo que su apellido era “Justicia”
Pues todo lo que hacía por la gente
Lo hacía para equilibrar las penas
“Me encanta cobrar las facturas
que se tornan impagables.”
Me espetó insaciable.
Dime, qué quieres que haga por ti?
Soy el atributo divino
que nutre La sangre de los dioses,
me dijo ufana
Me contó que su madre murió un domingo
Mientras inerte daba a luz
A un varón a quien llamaron
“Escepticismo”
Dijo que era el hijo del olvido
Flagelo de no creer en nada.
Esperanza trunca de los eternos
Desconsolados,
Fe moribunda del que no tiene dolientes.
Y mortecina apetecida de los cuervos.
Pero, cuidado…
Una vez que me tomes en tus brazos_ me advirtió
Quedaré en ti marcada
cual tatuaje indeleble.
Doy placer indescifrable,
Acelero el flujo de las venas
Pero en lugar de poseerme a mi
yo te poseeré a ti…