Van cantando los gitanos
desde la Alhambra a los Cármenes,
con sus palmas y guitarras,
con sus ritos y su cante.
Van inundando los barrios
con sus coplas y su arte,
impregnando de aire mágico
esta noche de azabache,
que se incendia con la luna,
aunque esté en cuarto menguante.
Es la sangre de esta tierra
y la luz de sus pesares
la que arranca desde el suelo
de sus jardines y parques,
el color de sus perfumes,
como promesas vernales
y los eleva a las cumbres,
como si fueran altares.
La Sierra Nevada al fondo,
erguida como un gigante,
con cabellera de plata,
que se derrite al mirarte,
va creando melodías,
nacidas de sus glaciares,
vivificando tus huertas,
alimentando tus valles.
Granada, tierra soñada
por cristianos y por árabes…
que esculpieron en tu cuerpo
sus culturas con su sangre
y modelaron tu estilo
y realzaron tu talle
de ciudad hermosa y mágica,
con coronas de diamantes.
Granada… siempre granada
de colores en tus calles,
de destellos en los ojos,
de perfumes en los aires…
Me enamoras, reina mora.
Me enamoras… al mirarte.