Como bellas perlas luminosas,
como limpios manantiales de amor,
así los momentos de vida y honor,
transcurren en faenas jubilosas
El garbo infante se extingue lentamente,
para dar paso a la bella juventud,
revistiendo los sueños de excelsitud,
en impulso de anhelo vivo y latente.
Por mucho tiempo hemos compartido,
momentos que no podrán ser olvidados,
sino con nostalgia serán recordados,
y es por eso que hoy no me despido.
Decir adiós es decir te olvidaré,
en quimera triste que hoy no siento,
pues aunque el tiempo pase yo presiento,
que en mi corazón siempre te llevaré.
Decir adiós es herir injustamente,
ese espíritu amistoso que nos ha unido,
no es mi deseo dejar tu corazón herido,
a la vera de una infamia inocente.
Gracias por ofrendarme tu amistad,
por cobijarme en lo limpio de tu vida,
por hacerme sentir una ilusión querida,
por arrancarme una sonrisa de felicidad.
Consistente llevarás mi nombre en tu memoria,
para seguir a tu lado compartiendo la alegría,
y vivir en tu corazón de florida fantasía
esos sueños de afanes, esperanza y gloria.
No te digo adiós sino hasta luego,
porque muchos años juntos son un tesoro,
mucho más valiosos que la plata y el oro,
mucho más poderosos que el cálido fuego.
Dios bendiga tu camino y tu destino,
que tu esfuerzo se encumbre en la gloria,
propicie de tu vida una bella historia,
en honra constante a Dios, Padre Santo y Divino.