Como flores quemadas en un beso
las sombras de los astros
descendieron
a las sábanas del mar.
Tu luna onduló palomas blancas
y ella reconoció sus espacios
en el país de tu miel.
Ardieron a flor de piel los colores
en los colores de los peces
de color.
El tacto original
de tus colinas
fundió el fuego de dos mundos
y los senderos retornaron por el suelo
reverberando el sabor
de la sal.
Tu rosa de agua encendida
olvidó antiguos rubores
desenvolvió de su cuello la albura
con inocencia de monja novicia
y se hizo
descanso vertical de los astros
y reposo de los heliotropos.