Dios con infinito amor
Puso al hombre en el centro del edén
Y dióle el solo de vida
Dándole compañera parabién.
Todo era un desorden
Pero una esencia creadora
Aclara las profundas tinieblas
Otorgándole lumbreras para tener la aurora.
Todo empezó a moverse
Con un ritmo cadencioso
Las plantas, animales y hasta las mismas rocas
Los colores matizados de los claveles y las rosas
Y se dio el aroma de perfumes múltiples
Y el vaivén de los árboles fenómeno armonioso
En sus tierras extensas y vastas
Como sueños amorosos.
Se terminó la confusión
La oscuridad, la soledad
Nació la alegría
Y todo quedó en perfecta simetría
El hombre como rey de la creación
Y la mujer compañera de su vida.
No hay don más preciado
Que la vida llena
De sabores agridulces
Don divino que Dios nos ha dado
Para hallar nuestro destino.