Succionó sus pechos
se bebió su vientre
y la piel rosada de aquel territorio
se volvió el demonio
que azotó la mente.
Alucinaciones sin droga a la vista
sin vapor de alcoholes
que animen y asistan.
Se salió del opio que la tuvo presa
desnudó su alma,
devino en princesa.
Se rasgó la piel como viva rosa
para darse fresca,
frágil,
orgullosa;
y avivó cenizas para hacerse llama
incendiar ambientes
y abrir sus ventanas.
Todo por sus senos en boca segura,
por la definida condición estable
por la lengua suave viajando aventuras
y un ofrecimiento de amor siendo amable.