ARDE el alarido de la Europa
que no supo continuar siendo magnánima.
Hubo gentes venidas del norte
que aseguraron que llegaría
un tiempo de concordia uniforme.
No fue así…
Y la inmodestia tiró del carro
del fingimiento inmutable
y ahora los niños no saben
lo que significa
la palabra futuro.
Arden los andenes del recuerdo
que ya no son moneda de paso
hacia lo perdurable.
La beligerancia es una constante
en manos de la injustica,
del hombre que no quiso facilitar
su estirpe
para sosegar la cólera
de la virtud.