Círculos cerrados.
Miradas austeras.
Mentes aferradas a lo conocido, lo aprobable;
Todo lo que se necesita para vivir sin emoción.
Tediosas tardes de recuerdos sin memoria.
Para ellos un volver a la infancia,
Para los prematuros inentendibles sentimientos que flotan en el aire.
Olores a los mismos almuerzos, a la misma rutina viciosa repetitiva de los haceres.
Los veo sin comprenderse ¿Qué es lo que pasa?
La distancia de años y experiencias calman la efervescencia de la alegría.
Se distancian en barreras de humo que difuminan silencio.
Los prematuros tampoco hacen despertar el interés, viven en otro mundo lejano.
Han olvidado el espacio que compartían cuando eran niños, y no sabían más que de los inútiles sábados.