joaquin Méndez

Con manos temblorosas me

 

Ya te estoy imaginando desnuda junto a mí, siento el calor de  tu  cuerpo,  tus suaves manos me acaricien suave muy suavemente,

 Siento estremecer mi cuerpo, algo en mi se está alterando el placer me atormenta, me dejas sin fuerzas, me desvanece, ¿qué me está pasando?


No,  lose, es la primera  vez, mi primera vez.


 Que sensaciones,  es como si me sumergiera en tu interior como si tu cuerpo se fundiera con mi cuerpo como si me elevaras como una pluma.

Tus labios me devoran yo, yo, no sé qué me pasa, parece que me muero,  pero es…es, una muerte dulce placentera y pienso casi sin querer,  que morir a si es vivir, vivir,  pero en la gloria, ¿será así la gloria? si dulce mía…creo que tu eres mi gloria.


Tu lengua se introduce en mi boca enlazada con mi lengua,    me descolocas, si estoy descolocado.

Dios que sensación  más maravillosa,  tu sabor a menta y canela en polvo se mescla con mi saliva y me emborracha de placeres un placer desconocido para mí.


Mis piernas tiembla mi cuerpo se pone rígido mis manos recorren tus pechos prietos como dos limones, los pezones sonrosado y duros,  tiesos como dos pitones.


Suelto el nudo de tu lengua y bajo recorriendo tu piel ardiente como un fuego abrasador, me detengo en tus pechos y con mi lengua abaniqueo   esas dos frutas del paraíso que me enloquecen.


Sigo bajando,  me paro en tu ombligo, introduzco la puntita,  la succiono una y otra vez, después bajo más,  y más,  y más, siento arder tu pubis, me llega el calor de tu volcán, de pronto noto la lava quemándome, asando mi lengua que comienza a entrar en cráter humeante, es como una rosa abierta muy abierta, como si esperara la visita de algún  huésped, el visitante  está a punto de estallar.


Con manos temblorosas me la agarras,  con dulzura con mimos, con muchos mimo.  –Introdúcemela ya. Me dices con voz temblorosa, jadeante con tu respiración  sofocada.


Yo no te hago esperar,  levanto mi cara y mi boca vuela a la tuya, con mi mano derecha guio al impaciente intruso hasta la entrada de tu posada La cual lo recibe con tanta ansia que un rio desbordado inunda mi pene quedando  hincado hasta el fondo de tus entrañas.


Unas respiraciones sofocantes y gemido entrecortados indican que el colmo de la cima el éxtasis el momento sublima está  a punto de llegar para los dos.


Autor Joaquín Méndez. 22/04/11
® RESERBADOS LOS DERECHOS.