Guardemos un minuto de silencio, en el que el cielo agote sus aguas y vista de negro, en el que la luna se esconda en las sombras y solloce, en el que el viento cambie sus quejidos por murmullos y susurros.
Bajemos la mirada ante la muerte, la tristeza, la soledad y la locura; dejemos que descansen sus terribles apariencias, porque hoy ellas también lloran.
Mi más sincero pésame a los corazones divididos, a las amistades rotas, a las muecas resignadas y a la sangre derramada; que es el precio que tuvimos que pagar para emplazar esta tumba de ausencia y melancolía.