¿aún no sabes por qué lloro?,
no te preocupes,
igual no tienes porque saberlo,
aunque supondría que entiendes
el porque me lamento tanto.
No importa, dudo que puedas ya
hacer algo que cambie el destino,
no el tuyo, sino el mío que es ciego.
Es claro, es cierto, aún así
no preguntes por qué te quiero
ni siquiera yo llegué a saberlo.
Tampoco sé que harás tú,
ni me interesa pensarlo,
siempre me ahogas
y tú nunca te das cuenta.
Supongo que es mi culpa y no,
supongo que es tu culpa y no;
yo sacrifico lo mío por ti
y al final nunca lo notas.
¿sabes cuántos poemas te he escrito?
y a ti ni siquiera te gusta la poesía,
una carta, una nota;
más todo se hace pasajero
ante tus ojos como estrellas fugaces.
Sabes que no sufro por gusto,
ya supondrás que mi tristeza es tuya;
más mis penas que son una
no son por decepción ni ira,
no son por desesperación;
no me cuestiono qué hice mal,
y tampoco pido tu piedad
porque sé que todo es vano.
Quizá me veas llorar
aunque no tenga lágrimas,
aunque mi voz esté tranquila,
aunque todos me vean feliz;
sabes que si estoy triste
es porque te quiero
y en la dura calma que da
la resignación
sé que no estarás conmigo.