En la ciudad de Bagdad, las calles se encuentran llenas de tiendas donde ofrecen telas, pañuelos de sedas etc.
_¡Muy barata las sedas! ¡Pañuelitos de seda importada y baratos! ¡Pase vea que precios!_ los vendedores ofrecías sus mercancías a gritos. Amán, era una persona con mucho carisma para la venta, por lo que tenía muy buenas ganancias. Amán le costaba gastar el dinero que ganaba, por lo que el confeccionaba su propia ropa. No pagaba por un sastre. Cocía, zurcía sus pantalones, chaquetas, para no comprar ropa nueva de tacaño nada más, no porque no tuviera dinero. Lo mismo con las babuchas o zapatillas de tela puntiaguda que es lo que ellos usan.
Allí otro comerciante amigo, le observó sus ridículas babuchas de todos colores por sus tremendos parches a lo que le dijo: _ Amán, no puedes estar en tu comercios con esas aberrantes babuchas, deberías comprarte unas nuevas_
_¡Ali como dices eso!¡Mira que coloridas son!, ¿No te parecen bonitas?_
_No Amán, si no te compras un par nuevas, te prometo regalarte un par, no puedes ser tan tacaño_
Más tarde cuando Amán fue al baño público y dejando sus babuchas viejas se metió al agua. Al salir, de éste, Amán se encontró con babuchas nuevas y sospechó que Ali, las había puesto allí, por lo que se llevó las nuevas y dejó las viejas en su lugar.
Alem, al salir del baño no encuentra sus babuchas nuevas y solo en su lugar están las tan conocidas babuchas de Amán. Se dirige a la autoridad y entonces dice. –Amán, me ha robado mis babuchas nuevas, exijo mis babuchas y una indemnización_
En la casa de Amán golpean las manos los guardias para reclamar por el robo de las babuchas, a las que el comerciante aseguró creer que su amigo Ali se las había regalado. Los guardias no aceptaron sus disculpas, solo solicitaron que se les abonara mil dinares de multa. Amán se va con sus babuchas viejas en sus manos muy enojado porque ellas le habían hecho perder mucho dinero, por lo que amán tiró hacia un costado sus babuchas viejas, con rencor, sin mirar que cruelmente fueron a dar con la ventana de Abdad, rompiendo un gran vidrio de su casa. Enojado salió Abdad para reclamar le pagara el vidrio que ese par de babuchas viejas había roto. Le insto a pagar 2.500 dinares Para no tener problemas Amán abonó por los daños ocasionados a su amigo. Se fue a su casa, subió a la terraza y desde allí, tiró sus babuchas por los aires, fueron hasta que tuck! , dieron en la cabeza de un comerciante nómade que iba vendiendo de pueblo en pueblo sobre su camello. El señor se cayó y justo pasaba por allí un vecino de Amán y reconoció sus babuchas, por lo que llevó al beduino a hacer la denuncia pertinente, El juez dictaminó que Amán debía pagar 3.000 dinares por la contusión que había recibido este vendedor ambulante. Llorando estaba Amán por su mala suerte con las babuchas viejas, las cuales le habían hecho perder todo su dinero. Luego de pensar y pensar que hacer con ellas decidió que se las regalaría a Arín un joven huérfano que no tenia ni sandalias, ni babuchas para sus sangrantes pies. Cuando lo encontró a Arín le dijo que le dolía regalar las cosas pero hoy no le costaba obsequiarle esas babuchas a él. Arín recibió el obsequio de muy buen agrado. El ávaro comerciante dio sus babuchas a este niño y al llegar a su casa se encontró un paquete en la puerta envuelto con papel de diario. ¡Qué sorpresa! Al abrir cautelosamente el envoltorio tenia 1.500 dinares, a lo que el comerciante agradeció a Alá, por tal obsequio.
MORALEJA:
Debes dar una mano, sin que la otra vea. Jesús dijo: Da al necesitado y recibirás el doble.