lunes de desesperacion, cristales rotos,
un aullido en el mar de sombras tristes,
el numero ocho es el lobo malo,
un juzgado sin justicia ni juez.
mueren los santos todos, desesperados,
caen coronas petreas sobre tu sien,
entierranse las biblias en los tejados
para buscar del cielo un mayor y bien.
cuando llega la guerra, calle coruña,
lagrimas que un dia mojaron el despertar,
oficinas sin tren ni tregua ni lengua,
un conserje de abajo, y a saludar.
en frente a todo aquello que nun dia fue bueno,
saludable del todo, alli ya estan
todavia los juzgados caprichosos,
la numero ocho, de instruccion, que va.
a ver cuando por fin aprende, tengo que verme
sentado en una silla al despertar