Doblezero

EL JUEVES SANTO MAS GRIS

 

 

ROMANCE DE LA PASCUA GRIS

La Pascua andaba cantando
salerosa “La Habanera”,
coros de jazmín y luces
con diez mil cítaras griegas
entre luceros viajantes
y algodonadas centellas.
Llegó soplando jardines
con aromas de oro y siembra,
pétalos en las burbujas
y batallones de abejas
pero encima de las casas
vino a aparecer Siberia
con su polizón de espejos
y su creación de penas.

El astro se va ocultando
y en las flores rojas mengua
mientras, en el azul, pintan
cogollos de espuma y cebras.
Prismas de metal encalan
los cabellos de la sierra
y alabean amapolas
agachando sus cabezas.
Cauterios de escarcha y bruma
en la herida primavera
coagulan en su cielo
donde las hojas retiemblan.

Pedro y Lucía soñaban
colibrís en sus cometas
pero se acercó el estruendo
ocre de un trueno de arena
y al cegar con sus rebordes
negras pupilas de cera
de flecha recién clavada
la tensión vino a sus cejas.
Pudimos ver en sus ojos
a las nubes de humo y tierra,
y otear en su retina
como se hacía pequeña
la flor de su pensamiento
en su mirada sin letras.

Las cenizas ya se intuyen
de las risas y la juerga,
traquetean los mayores
y se enciende la tormenta.
Pascua va frunciendo el ceño
al son de niños sin fiesta
y al abrir sus lagrimales
se destronan las cometas,
retumban los picaportes
y se van cerrando puertas.

Sobre la alcoba los vientos
pasan soplando cadenas
aullando en los ventanales
barnizados de madera,
cruje el olivo en la boca
negra de la chimenea,
el fuego crece en la umbría
mientras crepita la hoguera
blandiéndose en las paredes
donde las albarcas cuelgan.

Corolas de dura arcilla
empitonan a las tejas
y en los mofletes despuntan
granadas de dócil piedra.
Llantos pueriles descuajan
flores de lacia bohemia
y acibarados pregones
plagian la voz de sirenas.

Quebrantos al aire penden
caireles de azufre y leña,
los niños están llorando
en rededor de la hoguera.

Tiernos son sus corazones,
durísimas sus tristezas,
lágrimas locas cabalgan
como los potros sin riendas.

Lloran en casa los niños,
los niños lloran sin tregua,
los niños lloran y lloran
moras de linfa y argenta.

Autor: Doblezero