Hoy remuevo las brasas del fuego,
que ha encendido tu luz en mi alma
y mis dedos escriben de nuevo
el poema que empieza y no acaba.
Hoy recorro tu piel en deseos
y el calor de tu sed me reclama…
¡cuánto tiempo estuve sediento,
sin saber que tú eras el agua!
Manantial que refrescas mis días
con cristales que brillan y cantan,
donde guardas secretos –reliquias-
que el silencio los besa y abraza.
En la paz de mi cuarto escondido,
cuando todas las luces se apagan,
enciendo el farol de mis suspiros,
para así alumbrarte tu cara.
Hoy remuevo las brasas del fuego
abrazado fuerte a la esperanza,
donde espero… espero…y espero…
tus caricias, suspiros… tus ansias.